El hambre emocional o el comer emocional es utilizar la comida para sentirse mejor. Tratamos de satisfacer nuestras necesidades emocionales a través de la comida.
No se trata de un trastorno sino de un tipo de alimentación desordenada que tiene un trasfondo psicológico o de comportamiento. La persona que lo sufre busca en la comida una forma de encontrar soluciones, de deshacerse de los malos sentimientos, buscando alivio y consuelo. Al principio tiene efecto, pero poco a poco puede convertirse en un sentimiento de culpa.
Esta manera de comer sin necesidad suele camuflar sentimientos negativos como la tristeza o la frustración, la angustia, el aburrimiento y la ansiedad. Y puede, con el tiempo, hacer que la persona tenga sobrepeso e incluso desarrollar una obesidad.
Hambre emocional: Causas
Tenemos un factor presente en nuestra sociedad que no se puede evitar y es la costumbre de celebrar, reunirse o llevar a cabo cualquier evento utilizando la comida de por medio.
La comida acaba siendo la protagonista de muchas de nuestras reuniones y, por eso, terminamos queriendo comer cuando pasa algo, ya sea bueno o malo.
El problema aparece cuando nos sentimos con ansiedad, nerviosismo o preocupados y lo único que podemos manejar es la comida que es accesible y decidimos comer lo que nos gusta. Con los alimentos cubrimos la sensación de vacío en determinadas situaciones de nuestra vida y, cuando nos encontramos sobrepasados por alguna situación, automáticamente ingerimos alimentos para suplir esa carencia que sentimos. En ese momento confundimos sentimiento con hambre y se termina consumiendo más de lo que se necesita.
Hambre emocional: Síntomas
Algunos de los síntomas que identifican el hambre emocional pueden ser:
- Se activa ante ciertas emociones
- Se come para aliviar el estrés, la ansiedad y no para nutrirse
- Suele aparecer de manera repentina
- Fijación por unos alimentos específicos
- Comer rápido y con ansia
- Sensación de culpa después de comer, bien por no haber comido alimentos sanos o por haber comido demasiado
¿Cómo superar el hambre emocional definitivamente?
Cuando la persona es consciente del problema debe pedir ayuda. La terapia puede ayudar a comprender los motivos emocionales por los que se come y aprender a hacer frente a desafíos y situaciones.
Cuando las emociones negativas amenazan con desencadenar una alimentación emocional, se pueden tomar medidas y consejos como por ejemplo:
- Llevar un diario de comidas para saber lo que se come, cuánto se come, cuánta hambre se tiene, cuándo se come y cómo se siente uno después de comer y, así, revelar la conexión entre el estado de ánimo y la comida.
- Dominar el estrés por si es el desencadenante de la alimentación emocional. Practicar yoga, meditación o respiraciones profundas pueden ser de gran ayuda.
- Pararse a pensar si el hambre es físico o emocional. Si sentimos el estómago vacío y con ruidos, si hace poco se han ingerido alimentos o si por el contrario queremos un antojo que hay que dejar pasar.
- Luchar contra el aburrimiento y, en lugar de ocupar ese tiempo comiendo, salir a dar un paseo, ver una película, leer, escuchar música o hablar con amigos.
- Eliminar la tentación, no guardar alimentos reconfortantes en casa y evitar salir al supermercado hasta que se pase esa necesidad.
- Comer alimentos saludables en caso de necesitar comer entre horas como fruta, frutos secos, vegetales o alimentos bajos en grasa y calorías.
- Aprender de los errores y de la experiencia. Concentrarse en los cambios positivos que se están haciendo en cuanto a la alimentación y en la mejora de la salud.
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