La brucelosis, también llamada fiebre de Malta o fiebre ondulante, es una infección producida por la bacteria Brucella melitensis. Esta infección se transmite de los animales (cabras, ovejas, camellos, ganado vacuno, cerdos, perros, etc.) a las personas y, lo más común, es que la vía de contagio sea el contacto directo con los animales infectados o a través del consumo de productos lácteos crudos o sin pasteurizar. En otras ocasiones, la infección se produce por la propagación de la bacteria por el aire. No es raro que la infección también se produzca en personas que trabajan en un laboratorio.
La brucelosis afecta a cientos de miles de personas y animales en todo el mundo, sobre todo, en el área mediterránea, Oriente Próximo, península Arábiga, subcontinente indio, América Central y América del Sur.
Los síntomas que aparecen en la brucelosis suelen ser síntomas generales como:
- Fiebre
- Tos
- Estreñimiento
- Hepatomegalia (aumento del tamaño del hígado)
- Esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo)
Otros síntomas pueden ser la aparición de adenopatías, sacroileítis y/o espondilitis de predominio lumbar. Rara vez aparecen lesiones cutáneas. También puede haber lesiones, en las formas más graves de la enfermedad, las neurológicas, como meningitis, con mayor o menor grado de encefalitis y, las cardiovasculares, como endocarditis y pericarditis.
¿Cómo se transmite la brucelosis?
Como hemos mencionado con anterioridad, la forma más común de contagio es el contacto directo con los animales infectados que excretan la bacteria en gran cantidad, por lo que es necesario que este tipo de bacteria pueda sobrevivir en el medioambiente durante periodos relativamente largos de tiempo. En el suelo y estiércol puede mantenerse hasta 80 días y en la mantequilla sin pasteurizar de 1 a 2 meses.
Entre los humanos no es posible la transmisión de la infección pero, una mujer embarazada y portadora de la bacteria sí la puede transmitir al bebé durante el parto. También se puede transmitir durante una transfusión de sangre, un trasplante de órganos o de tejidos.
Las personas con mayor riesgo de entrar en contacto con la bacteria Brucella melitensis son los ganaderos, trabajadores de granja, veterinarios, trabajadores de mataderos, trabajadores de laboratorio y cazadores.
El contacto suele darse por los fluidos provenientes de algún animal infectado como sangre, orina, heces, fluidos vaginales, fetos abortados, placenta o el consumo de productos de estos animales infectados como los productos lácteos crudos o sin pasteurizar. En España, la fuente principal de transmisión ha sido el consumo de queso artesanal. Pero el contagio puede ser también a través de la nariz, boca, salpicaduras que entran en contacto con los ojos, heridas o cortes en la piel.
En la actualidad, los casos de brucelosis en nuestro país han disminuido considerablemente.
¿Cómo se cura la brucelosis?
La enfermedad de la brucelosis puede ser crónica y durar años, por lo que el tratamiento puede ser prolongado. Se debe comenzar con la administración de antibióticos tan pronto se confirme el diagnóstico. Se combinan dos tipos de antibióticos: doxiciclina-tetraciclina asociada con estreptomicina, con rifampicina, gentamicina o cotrimoxazol. En caso de embarazo, se descarta la administración de tetraciclinas.
La vacunación de los animales domésticos ha sido fundamental para disminuir los contagios durante las últimas décadas. Las campañas de prevención también han sido importantes, al realizar estrictos controles veterinarios, además de la pasteurización de los productos lácteos y sus derivados.
Aunque en España la brucelosis ya no es una amenaza, cuando se viaja a las zonas donde la enfermedad sigue siendo prevalente, se deben tomar una serie de cuidados y nunca consumir productos lácteos no pasteurizados.
Otras acciones que evitan la aparición de la enfermedad pueden ser una buena higiene del material de laboratorio, salas de parto o de tratamiento de animales, desinfección del personal a la entrada y salida de la explotación ganadera o evitar los abrevaderos y comedores comunes para poder minimizar el riesgo de contagio.