El término alergia no empezó a emplearse en medicina hasta 1906, cuando el pediatra e inmunólogo austriaco Clemens von Pirquet definió un tipo especial de respuesta inmunológica o defensiva frente a sustancias que normalmente no inducen reacciones en la mayoría de las personas.
Esas sustancias pueden penetrar por el aparato digestivo, por el aparato respiratorio, absorbidas por la piel al contacto o al atravesarla, como es el caso de las picaduras de algunos insectos. En el caso de las personas sin alergia, el sistema inmune del cuerpo las reconoce y neutraliza sin dañarse a sí mismo, lo que no ocurre con los alérgicos, que desarrollan síntomas como congestión nasal, estornudos, dificultad respiratoria, urticaria, etc.
Una reacción anómala de nuestro cuerpo ante determinada sustancia puede indicar que tenemos alergia o una excesiva sensibilidad a ella. Incluso, en algunos casos, esa reacción puede ser peligrosa, por lo que conviene conocer qué sustancias la producen, con el fin de evitarlas. Para ello contamos con diversos tipos de pruebas y una de las más utilizadas es el Prick-test.
¿En qué consiste el Prick test?
Segura, con gran rentabilidad diagnóstica, alta sensibilidad y buena especificidad, el Prick test es una prueba intraepidérmica en la que se aplica una gota del extracto alergénico sobre la piel, normalmente en la parte interna del antebrazo, sobre la que se efectúa una leve punción con una lanceta de punta corta para que el alérgeno penetre en la dermis.
Se realiza una lectura en 15-20 minutos, y se considera positiva si aparece un habón con un diámetro mínimo de 3mm.
Es una prueba indolora, salvo alguna leve molestia al hacer la punción. Cuando es positiva, la respuesta al alérgeno puede producir picor, que remitirá en unos minutos, pudiéndose, incluso, tomar un antihistamínico al finalizarla.
Las pruebas positivas, ¿indican siempre una enfermedad alérgica?
No, si no hay manifestaciones clínicas. Una prueba cutánea positiva significa la presencia de sensibilización frente al alérgeno que se está probando, es decir que el paciente ha desarrollado anticuerpos frente a él.
Las sensibilizaciones sin manifestaciones clínicas se denominan sensibilizaciones subclínicas o latentes. Algunos estudios muestran que el 30-60 % de los sujetos con sensibilización subclínica pueden desarrollar alergia. Pero está claro que esto no ocurre de forma sistemática en todos los pacientes. También puede existir sensibilización a un alérgeno que ha dejado de ser clínicamente relevante.
¿Hay contraindicaciones?
Son pruebas seguras para personas de todas las edades, incluso bebés. Solo en algunos casos, el especialista puede desaconsejarlas, por ejemplo, si el paciente presenta ciertas enfermedades de la piel o lesiones cutáneas, si toma medicamentos -como antihistamínicos o corticoides- que puedan interferir en los resultados de la prueba, si ha sufrido alguna reacción alérgica severa o en caso de enfermedades graves cuyos síntomas puedan agravarse al provocar la reacción alérgica.
No es una prueba recomendable durante el embarazo y durante la lactancia será el médico el que determine su idoneidad.