La neumonía es una inflamación del tejido pulmonar causada por un germen. Cuando la causa de la inflamación se debe a bacterias diferentes a las más comunes, como Legionella pneumophila, Mycoplasma pneumoniae y Chlamydophila pneumoniae, se trata de neumonía atípica o “neumonía errante”. La sintomatología es más leve, parecida a un resfriado con fiebre y tos seca. Esta infección pulmonar puede darse en personas de todas las edades y, al tratarse de una enfermedad ligera, les permite, en muchos casos, seguir con sus actividades.
Es importante tener un seguimiento médico. El tratamiento consiste en la administración de antibióticos, antitérmicos, analgésicos y, en algunos casos, es necesaria la ayuda de oxígeno extra. También es importante aumentar la ingesta de líquidos.
¿Qué factores de riesgo existen?
Hay una serie de factores que influyen en la aparición de la neumonía atípica como, por ejemplo:
- Tabaquismo
- Malnutrición
- Exceso de peso
- Demencia
- Alcoholismo
- Tratamiento con corticoides o inmunosupresores
- Residentes de centros de tercera edad, internados, universidades, cuarteles o cualquier comunidad cerrada
- Adictos a drogas por vía parenteral
- Pacientes inmunodeprimidos
- Niños y adultos de más de 50 años
- Enfermedades crónicas como diabetes, VIH, cáncer, patologías de hígado o riñón, cardiopatías y enfermedades respiratorias
- Contacto con alguien enfermo
- Exposición a agua infectada con bacterias (legionella)
Síntomas de una neumonía atípica
Los síntomas más comunes de la neumonía atípica son, entre otros:
- Escalofríos
- Dolor costal
- Tos seca o con flema
- Fiebre que puede llegar a ser elevada
- Dificultad para respirar al realizar determinadas actividades
- Respiración acelerada
- Dolor de cabeza
- Inapetencia y cansancio
- Ganglios linfáticos agrandados
- Dolor muscular
- Vómitos y diarrea
- Confusión, sobre todo, en ancianos
¿Qué diferencias existen entre una neumonía atípica y una neumonía común?
La diferencia entre las dos neumonías, en cuanto a la clínica es que, en la neumonía común, la aparición es aguda con dolor pleural y el esputo puede ser purulento, herrumbroso o mucopurulento. En la imagen radiológica se aprecia derrame pleural e imágenes consolidadas, es decir, una condensación de líquido o exudado en los pulmones.
En la neumonía atípica, el comienzo es menos agudo, la tos es seca con esputo mucoso, acompañados de diarrea y dolor abdominal. En la radiografía se observan infiltrados o alteraciones del tejido pulmonar y apenas aparece derrame pleural.
Neumonía atípica en niños
Los niños forman parte de una población vulnerable a padecer la neumonía atípica, pero su afectación es leve y pueden seguir con su actividad escolar y diaria, de ahí su nombre de “neumonía errante”. Aunque los pediatras siempre aconsejan que el niño permanezca tranquilo y en casa hasta que los síntomas disminuyan con el tratamiento adecuado.
Los síntomas que pueden presentar los niños dependen de la parte donde se localiza la infección. Esto es, si afecta a la parte alta o media de los pulmones, el niño tendrá más dificultad para respirar y, por el contrario, si la lesión se localiza en la parte baja de los pulmones, aparecerán molestias abdominales, náuseas y vómitos.
De manera general, tanto en niños como adolescentes, esta infección no implica gravedad y, pasados 2 o 3 días, comienzan a sentirse mejor. Solo tendrán las secuelas de cansancio y tos durante semanas e, incluso, meses tras realizar ejercicio.
Una manera de prevenir esta infección es incidir en el lavado frecuente de manos. Además, no se deben compartir juguetes, cubiertos, ni utensilios de comida. Hay que evitar fumar en casa o acudir a sitios donde haya humo de tabaco.