Se puede definir la motivación como la voluntad o determinación que impulsa a la persona a hacer determinadas acciones o comportamientos para alcanzar un determinado objetivo.
La motivación influye de manera determinante en la puesta en marcha de conductas hacia un determinado fin.
La motivación es mayor o menor dependiendo de la importancia que tenga para la persona, alcanzar ese objetivo, es decir, es la energía que impulsa a emprender o sostener una acción o una conducta. Pero, si la motivación desaparece, acarrea necesariamente el abandono de lo que se hace. De ahí que sea más difícil alcanzar objetivos cuando se carece de motivación.
La motivación nos permite crear hábitos, intentar cosas nuevas, mantener el esfuerzo de aquello que consideramos gratificante o productivo e, incluso, para satisfacer determinadas necesidades fundamentales.
¿Qué tipos de motivación existen?
Una persona responsable de sus actos y de sí misma necesita asumir la autogestión necesaria como método de expansión del estado de ánimo y tiene mucho que ver con la motivación positiva o negativa.
Debemos saber convertir la motivación negativa en positiva y, así, ayudar a impulsar nuestras emociones. De esta manera, encenderemos la “chispa” de la vida y conseguiremos ser más felices, además de “simplemente vivir”.
Los dos tipos de motivaciones son:
- Motivación positiva: se caracteriza por adquirir una conducta determinada en pro de una recompensa positiva.
Por ejemplo, si queremos perder peso y empezamos a cuidar la alimentación e ir al gimnasio, empezaremos a notar que bajamos peso y nos sentiremos motivados a seguir llevando a cabo esas conductas.
- Motivación negativa: es la motivación que proviene de los temores a ser castigado, de sufrir o recibir un estímulo negativo como dolor, fracaso, etc.
Por ejemplo, estudiar para un examen con el fin de evitar un castigo por parte de los padres. La motivación no es aprobar y avanzar en el curso, sino evitar una reprimenda o castigo.
Motivación intrínseca
Es el medio para encontrar la satisfacción dentro de uno mismo. Los motivadores intrínsecos pueden ser la curiosidad o la aceptación de un nuevo desafío.
La teoría de la motivación intrínseca se basó originalmente en necesidades humanas como el hambre, la sed y las necesidades psicológicas básicas.
Se trata de un comportamiento impulsado por un deseo interno o intrínseco, es decir, que nace dentro de la propia persona y no de fuerzas externas como incentivos, compensaciones o elogios.
Motivación extrínseca
Se trata de la motivación que se da por factores externos a la propia persona. Es decir, la persona realiza una determinada acción para conseguir algo externo a la acción, como puede ser el dinero o un objeto material, pero, también, puede ser para conseguir un estado interno como la tranquilidad o paz interior y no por el placer de la actividad en sí misma.
En esta clase de motivación los incentivos o refuerzos son externos y se encuentran fuera del control de la persona, ya sean recompensas negativas o positivas.
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