La implantación del embrión es un proceso a través del cual el óvulo fecundado se adhiere al revestimiento del útero para dar lugar al embarazo. Cuando se adhiere, pueden romperse pequeños vasos sanguíneos del endometrio y originarse lo que se denomina como sangrado de implantación.
Es un acontecimiento natural que no supone ningún riesgo para el desarrollo correcto del embarazo.
Aunque no todas las mujeres lo experimentan, si sucede, suele darse en las primeras semanas de gestación.
Los síntomas son similares a los premenstruales, pero el sangrado de implantación es de una intensidad y duración inferior al de la menstruación. Otros síntomas asociados son los propios del embarazo, que pueden ser dolor en la zona pélvica, molestias o hinchazón en los pechos y náuseas o vómitos, entre otros.
¿Cómo es el sangrado de implantación?
Como aparece al final del ciclo menstrual, sobre los días 21 y 24, suele confundirse con el adelanto de la menstruación. Pero, como hemos comentado con anterioridad, el sangrado de implantación puede reconocerse por ser menos abundante y menos duradero que el sangrado propio de la menstruación.
Otras características de este sangrado es que es de color más oscuro, casi marrón (no es rojo intenso como el sangrado menstrual), de textura ligera sin coágulos, de cantidad intermitente y leve y con una duración que puede variar de unas horas hasta prolongarse un par de días.
Tiempo entre sangrado de implantación y positivo
La implantación del embrión comienza el séptimo u octavo día después de la fecundación y puede durar varios días. A partir de este proceso se produce un aumento de las hormonas relacionadas con la gestación, la hormona beta-hCG y progesterona, y el test de embarazo puede dar positivo.
Por tanto, se debe esperar al menos una semana desde el sangrado de implantación para realizarse el test de embarazo. Hacerlo demasiado pronto puede dar lugar a falsos negativos.
¿La implantación duele como la regla?
La implantación puede ocasionar dolencias leves como la regla, sintiendo pinchazos o dolor en la zona baja del vientre pero nunca dolores intensos ni mantenidos.
En el caso de que los dolores se intensifiquen, se prolonguen en el tiempo, acaben ocasionando malestar general o aparezca sangrado más adelante, se debe acudir al médico.
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