Un niño sano es aquel que, además de no tener enfermedades, goza de un bienestar general, tanto a nivel físico como psíquico o social. Es precisamente durante la infancia donde se van desarrollando conductas que benefician la salud y permiten llevar un estilo de vida saludable. Estas conductas o buenos hábitos son una medida preventiva y eficaz cuyo objetivo es que puedan vivir más y vivir mejor. Los padres deben ser su modelo a seguir.
Entre los hábitos saludables más importantes destacamos los siguientes:
Buena higiene personal
Es aproximadamente sobre los 2 años cuando deben comenzar las tareas de aprendizaje en el cuidado de la limpieza personal. Esta labor debe ser divertida y atractiva para ellos y deben tener de ejemplo a los mayores que les cuidan. Entre ellas, deben aprender a lavarse las manos correctamente después de ir al baño, antes y después de las comidas, de jugar o tocar animales o al llegar a casa.
La importancia del cepillado de dientes 3 veces al día para cuidar la salud de la boca y evitar las caries.
Y, sobre todo, la necesidad de lavarse el cuerpo, genitales y el pelo para permanecer limpios, transmitir buen olor y evitar que los gérmenes puedan provocar alguna enfermedad.
También es importante inculcarles la necesidad de peinarse y verse bien arreglados antes de salir a la calle, y vigilar que la ropa esté limpia y en buen estado para transmitir una imagen positiva y buena presencia a los demás.
Alimentación sana
La base de la alimentación equilibrada es comer de todo en su justa medida. Es decir, no hablar de alimentos "malos" o "prohibidos".
Una alimentación saludable y equilibrada es fundamental para el estado de salud de los niños y determinante para un correcto funcionamiento del organismo, buen crecimiento, una óptima capacidad de aprendizaje, de comunicarse, pensar, socializar y adaptarse a nuevos ambientes y personas, para un correcto desarrollo psicomotor y, en definitiva, para la prevención de factores de riesgo que influyen en la aparición de algunas enfermedades.
Tiene especial importancia el desayuno, que se considera la comida más importante del día y la que tendrá mayor valor nutritivo para proporcionar energía a los niños.
La comida y la cena deben tener menos grasa saturada y más Omega-3 y aumentar el consumo de frutas y lácteos.
Una buena alimentación debe ser variada para que asegure una aportación correcta de vitaminas, minerales, proteínas, hidratos de carbono y, así, proporcionar un correcto crecimiento, un buen desarrollo psicomotor y una óptima capacidad de aprendizaje. También reduce el riesgo de padecer enfermedades como diabetes, obesidad, caries dentales o problemas de aprendizaje escolar.
Ejercicio físico
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños realicen 1 hora diaria de algún tipo de actividad recreativa, ya sea andar en bicicleta, jugar en el parque, patinar, practicar natación, hacer yoga, baile o fútbol. Los papás son clave para evitar el sedentarismo en sus hijos y motivarlos a que hagan deporte de forma divertida en lugar de pasar toda la tarde frente a la televisión, móvil o tableta.
La práctica del ejercicio físico desde pequeños favorece el desarrollo físico y cognitivo; están más sanos y tienen mejor rendimiento académico.
A través del ejercicio físico aprenden a seguir las reglas y crear hábitos, mejoran las habilidades para relacionarse y socializar, aumentan las habilidades motoras, favorecen el crecimiento de los huesos y los músculos, se corrigen defectos físicos y les ayuda a dormir mejor.
También fomenta el esfuerzo, la disciplina y la competitividad.
Juegos
En 1959, la ONU reconoce el derecho de jugar a los niños. Un niño que juega es feliz y, si es feliz, su aprendizaje es más rápido. Con el juego aprenden a indagar y a descubrir todo lo necesario para ser adulto. A través del juego, el niño exterioriza su personalidad y se muestra tal y como es.
Aporta muchas posibilidades educativas y conocimientos sin esfuerzo. Aprenden a memorizar, razonar, perfecciona el lenguaje, aumenta el desarrollo intelectual y la capacidad motora, aprenden a respetar a los demás y a cooperar o a buscar soluciones a problemas.
El juego es el trabajo diario de la infancia y fundamental en su aprendizaje, les hace ser más seguros y tener una autoestima elevada.
Descanso nocturno
Es imprescindible que los niños tengan un buen descanso nocturno para tener una buena salud y una regeneración del organismo para poder llevar las actividades diarias del día. Cuando son recién nacidos, necesitan dormir una media diaria de 17 horas para tener un correcto desarrollo y, a medida que van creciendo, necesitan descansar entre 10 y 12 horas.
Durante el sueño, mejoran la memoria y la maduración cerebral, el desarrollo y la forma física, se reorganizan las neuronas y se almacena lo aprendido y los recuerdos importantes. Se fomenta el desarrollo de la creatividad y se deja correr la imaginación y la aparición de buenas ideas.
Los padres deben mantener una serie de pautas para asegurar un buen descanso nocturno a los niños, esto consiste en mantener una rutina en el horario de irse a la cama y evitar el consumo de refrescos estimulantes o cafeína que puedan alterar el sueño. Se debe evitar el uso de tabletas, teléfonos móviles o TV antes de irse a la cama porque consiguen el efecto de despertar la mente y el cuerpo. Se debe procurar tener un rato de tranquilidad y calma desde unas horas antes de irse a dormir.
Hay que concienciar a los niños que asocien que la cama es para dormir y descansar y no para comer y jugar, así como, crear un ambiente que le facilite el sueño, como es mantener la habitación con una temperatura adecuada, procurando que no haya ruidos ni luz y que la ropa de dormir sea cómoda.
La realización de ejercicio físico de manera regular ayuda a tener una buena higiene de sueño.